Diego Latorre, 1993. Acuarela sobre papel. 95×70 +
Querido Doctor, he empezado las clases de arte como me aconsejaron, entre otras personas, las enfermeras, las monjas y usted, cuando estuve ingresado en el Pabellón B del Hospital Psiquiátrico Militar de Barcelona. Ya han pasado tres años de aquellas vivencias. Combino, más o menos bien, de momento, las clases de pintura con las horas de mi trabajo como fontanero y con los desvaríos propios de mi enfermedad. Aunque acabo exhausto, le pongo muchas ganas y también pinto en casa. Con decirle que ya tengo problemas de espació en el ático de alquiler, donde vivo desde hace poco. A parte de ser extremadamente pequeño, no paro de crear y además, no vendo. Pero lo acepto, mi carrera como quien dice acaba de empezar y aunque pinto desde que era niño, toda esa obra tan sólo tiene un valor sentimental, me queda mucha tela por cortar.
Mi universo es maravilloso cuando en él reina la ilusión, saboreo intensamente la vida después de batallar y vencer a una cruel depresión.
P.D: Doctor, esta acuarela la pinté en una de mis clases de pintura en la Escuela de Arte de Tarragona, el bodegón en esta ocasión eran unos cubos de basura. Saludos.
Diego Latorre, Noviembre 1993.