Diego Latorre, 2013. Pasteles y Pierre Noire sobre papel. 40×27.
Querido Doctor,
Ahora, en mi taller sólo se aprecia el silencio, es tarde y los pájaros de Almoster duermen, soñando con sus cosas, como lo hago con las mías. Desde lejos disipo la intensa luz que emite la llama de cincuenta metros de la refinería del Morell, están quemando residuos. Aprovechan, por la noche y los días nublados, para vomitarnos todo el mal que producen, se creen que somos tontos. Diviso casi todo el Baix Camp y el Tarragonés, por la terraza, y parte de la comarca del Alt Camp, por la ventana del taller y os aseguro que hay una nube colores marrones, violetas y grisáceos algo sospechosos por encima de nuestras tierras, aunque ellos siempre dicen, que la contaminación que se aprecia está dentro del límite permitido, el cáncer y la infertilidad, por ejemplo, que sufre el pueblo, no cuentan.
Dibujo a una Dama que ningún ser vivo realmente conoce, juega con peces, en el mar. Su cabeza marca el tic-tac que todos querríamos que fuera eterno, pero las agujas no dejan de girar. Pienso en la muerte y para olvidarme, creo obras de arte, quizás será porque crear es lo contrario a morir y además me ayuda a superarlo. Soy consciente que algún día dejaré de existir, quizás por eso tengo infinitamente ganas de vivir. ¡Arriba los corazones!
PD: Que espere sentado San Pedro. Un saludo!
Diego Latorre, Mayo 2013