Diego Latorre, 2015. Carbonato cálcico, látex y pigmento sobre lona. 60×60.
Querido Doctor,
Supongo que cuando estalla una guerra, las ilusiones y los sueños de los niños que la sufren se desvanecen, mueren por completo. Ellos sólo piensan en sobrevivir, en luchar en el infierno, no hay tiempo para juegos, no hay cometas, ni globos de cumpleaños, no hay caramelos…Sólo existen en sus pequeñas almas, angustia, desesperación y terror, mucho terror.. Así es como lo imagino, estoy seguro que es mucho peor.
Doctor, echaba de menos las texturas, estoy combinando carbonato cálcico con spray, busco un nuevo rumbo, aunque todos me lleven al mismo destino. Me conoce de sobras, tengo una mente inquieta, si no fuera así me hubiera buscado otro oficio.
Almoster reposa sobre Venus, mi pueblo está apunto de dormirse, los duendes del taller también se van a la cama, he finalizado la obra y se van a descansar. Me lavo las manos, apago las luces, bajo las escaleras con sigilo, me dirijo a la musa dormida, la beso y me tumbo al otro lado del colchón. Comienzo a analizar el día, como cada noche, pienso en lo que he hecho y en lo que he de hacer mañana, pienso en un nuevo proyecto… Desconecto mi ordenador más personal y sueño, pero esta vez durmiendo.
P.D: Doctor, doy gracias a la vida por darme fuerzas para seguir creando, por seguir amando.
Diego Latorre, Agosto 2015.