Diego Latorre, 2017. Malla y alambre oxidado. 46×17.
Querido doctor:
Me alegro porque, a pesar que usted ya no ejerce como profesional, hemos mantenido una amistad. Yo siempre trato de arrimarme a los buenos árboles, a los que dan la mejor sombra y usted siempre a sido uno de ellos. La vida en Almoster florece en cada rincón, las agujas del reloj siguen inmóviles y, justo en este momento, le agradezco a la vida que me permita existir, sentir, latir…No puedo dejar de crear y expresar lo que siento, no lo puedo evitar, estoy seguro que es la droga más difícil de superar. Bien sabemos que la creatividad fue fundamental para mi recuperación, es la mejor medicación, no la dejaré nunca de tomar, aunque le prometo que el litio y las demás, tampoco las voy a abandonar, ya sabe que siempre he sido un buen paciente. Duerme la luna y todos y cada uno de los vecinos de Almoster, no se salvan ni los gatos, pasan de las cuatro. De un amasijo de malla metálica y alambre oxidado, surge una máscara, un nuevo personaje, un reflejo de mi morada, ¡otro enigma resuelto!…El resultado de mi trabajo siempre es mi mayor recompensa. Me lavo las manos, apago la música y las luces, cierro la puerta del taller y salgo a la terraza. A lo lejos se aprecia el imparable vómito de humo envenenado de las fábricas y el cielo que ensucian y maltratan sin ningún reparo. También puedo ver las luces de los pueblos y las de las ciudades cercanas, la de los barcos…, y como no, se aprecia el brillo de las estrellas en el universo. Todo parece estar igual que siempre en el exterior. Bajo las escaleras y beso a Chancho y a Frida, que en este momento están enroscados, con los ojos cerrados. Y como cada noche, entro con sigilo a la habitación, beso con delicadeza a la musa y me dirijo al otro lado del colchón. Después de mis correspondientes treinta minutos, analizando y actualizando mi sistema, cuando la bestia se ha calmado del todo, se desconecta automáticamente mi ordenador más personal. Mi cuerpo inerte cae rendido, envuelto en el edredón, y al rato, como por arte de magia, aparezco de protagonista en otra película, como si viviera en otra dimensión. Siempre que sueño o vivo la realidad, trabajo como actor protagonista, y aunque a veces lo he deseado con locura, nunca he dirigido ninguna secuencia, ni en mi vida ni en mis sueños y nunca escribí ningún guion, más quisiera yo. Bona nit.
P.D: La vida es sorprendente. Espero vernos pronto.
Diego Latorre. Junio 2017