Surcos I

 

Diego Latorre, 2006. Óleo sobre tela, 114×146.

  Te quiero y deseo cambiar el mundo, a tu lado me parece más pequeño. Me haces sentir un gigante capaz de mover montañas con un solo dedo. Me ayudas a soñar y en mis sueños, de un soplo, apago los chorros de humo de todas las fábricas de las ciudades, grises, contaminadas.

  Con el pié izquierdo piso el manto negro de los que mueren con avaricia y han entregado su vida al odio, por completo, por el miserable dinero.

  De una patada ahuyento a todos los cuervos negros de las guerras, que esperan con ansiedad a las victimas, a sus cuerpos.

Sigo soñando y de un estornudo arranco el tejado de algunas casas, dejando al descubierto sólo a los miserables que nunca duermen porque sólo piensan en el poder. Les importa un pimiento que África siga llorando, que esté medio mundo en guerra o que mi vecino de arriba esté en el paro, con dos niños pequeños que mantener y nunca llegan a final de mes.

  Mancho con una capa gruesa de óleo el lienzo y con la imaginación creo formas que brotan mientras la espátula y el azar se dejan llevar creando una nueva obra que siempre  hace atracar mi barca a buen puerto.

  Firmo la obra, te la enseño, me dices que te gusta y te doy el correspondiente beso.

Diego Latorre,  Enero,  2006  A mi Emi.

Valles y Montañas

Diego Latorre, 2006. Óleo sobre tela. 60×130. Vendido

  Querido Doctor, quiero ser libre como  las montañas y los valles, ¡lo voy a conseguir!. Estoy seguro porque tengo una Musa a mi lado desde hace años y nunca me deja  dormir solo.

  Comienza el espectáculo y las fuerzas del viento del este y la niebla atrapan a mi esqueleto.

   A las dos y media de la madrugada se crea como un rayo mágico, el primer intento sobre el lienzo. Pero me disgusta a horrores el resultado y lo destrozo restregando de cualquier manera el pincel por su superficie, haciendo desaparecer el color por todos los lados, no estoy nada contento.

  A las tres de la madrugada una luz intensa y milagrosa de una nueva galaxia, invade mi talento. Pero me hace crear una nueva bazofia y lo destrozo todo en un momento, sin ningún miramiento. Porque la verdad, para que le voy a engañar, ¡¡¡No creo en las malditas inspiraciones divinas, ni en ningún otro cuento!!!.

   A las tres y media de la madrugada, arranco la tela del bastidor, le doy la vuelta y la grapo de nuevo para olvidarme de aquellos engendros. Entonces sin inspiraciones divinas ni cuentos chinos del momento, como siempre, me dejo llevar por mi subconsciente y  la experiencia me da seguridad, me ofrece asiento. Y mi espátula surge por los mares de oleo, deslizándose y creando con mucha facilidad, piedra a piedra, lo valles y las montañas que ilustran a este cuento de pan y pimiento.

  A las cuatro y cuarto de la madrugada firmo la obra y me voy con la Musa a la cama. Feliz, contento y libre, porque me lo propuse al principio de esta obra y este cuento.

P.D: Doctor, creo que para conseguir la Luna, tan solo vasta proponérselo. Saludos.

Diego Latorre,  Mayo 2006

Surcos nº 8

 

Surcos nº 8

Diego Latorre, 2006. Óleo sobre tela, 46×73.  Vendido

Carta a Miguel Tarazaga

El mar, el agua, el huevo, en definitiva, la vida. El mar es mi calma, mi refugi0, mi origen, lo es todo y recurro al él, como muchos otros aprendices de artista. Pero Miguel, tu, como cualquier espectador, eres parte de ésta obra, la has de interpretar a tu manera, como se hace con las nubes. Suelo trabajar con el subconsciente y luego, los analizo y doy mi humilde opinión, tan buena y tan correcta, como la tuya o como la de cualquiera.

Artículo sobre la Serie Surcos: IES Jaume I Salou.

P.D: ¡¡¡Gracias Familia!!!