Surcos I

 

Diego Latorre, 2006. Óleo sobre tela, 114×146.

  Te quiero y deseo cambiar el mundo, a tu lado me parece más pequeño. Me haces sentir un gigante capaz de mover montañas con un solo dedo. Me ayudas a soñar y en mis sueños, de un soplo, apago los chorros de humo de todas las fábricas de las ciudades, grises, contaminadas.

  Con el pié izquierdo piso el manto negro de los que mueren con avaricia y han entregado su vida al odio, por completo, por el miserable dinero.

  De una patada ahuyento a todos los cuervos negros de las guerras, que esperan con ansiedad a las victimas, a sus cuerpos.

Sigo soñando y de un estornudo arranco el tejado de algunas casas, dejando al descubierto sólo a los miserables que nunca duermen porque sólo piensan en el poder. Les importa un pimiento que África siga llorando, que esté medio mundo en guerra o que mi vecino de arriba esté en el paro, con dos niños pequeños que mantener y nunca llegan a final de mes.

  Mancho con una capa gruesa de óleo el lienzo y con la imaginación creo formas que brotan mientras la espátula y el azar se dejan llevar creando una nueva obra que siempre  hace atracar mi barca a buen puerto.

  Firmo la obra, te la enseño, me dices que te gusta y te doy el correspondiente beso.

Diego Latorre,  Enero,  2006  A mi Emi.

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